Cinco años infructuosos para detener el sargazo en Quintana Roo

En los últimos cinco años la estrategia para detener la llegada del sargazo a los principales destinos turísticos de la entidad ha costado a los tres niveles de gobierno más de 577 millones de pesos. Esas erogaciones han sido sólo un paliativo, pues no atienden a fondo los daños ambientales y a la salud humana; para colmo, no siempre se han hecho de manera transparente.

En varias épocas del año la limpieza de las playas es atribuible a las corrientes marinas que cambian de dirección y alejan la macroalga de la costa.

En el Caribe mexicano, el estudio y señalamiento del menoscabo ecológico lo encabeza la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, de Puerto Morelos. Según sus conclusiones, los componentes arrastrados por la macroalga contaminan los ecosistemas marinos y han causado la muerte de fauna marina en años recientes.

La contención del sargazo está a cargo de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar), cuyo monitoreo periódico permite saber cuándo ocurrirán los recales de sargazo en grandes cantidades. No obstante, la prevención sirve de poco, pues, pese a los bloqueos en altamar, el alga penetra hasta las principales playas de interés turístico de la entidad.

Los casos más recientes de recales en altas toneladas han sido en marzo, mayo, junio y ahora en agosto, a pesar del pronóstico del boletín Semar “Estrategia nacional para combatir el fenómeno del sargazo en las costas en el Caribe mexicano”, elaborado por el Instituto Oceanográfico del Golfo y Mar Caribe, de la Semar.

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